Malherido y sin fuerzas yacía el guerrero de la luna, sus compañeros y
él se habían enfrentado a otra tribu en una lucha encarnizada por el
territorio, era un crudo invierno y escaseaba la caza, su tribu pasaba
hambre y tenían que buscar sustento para sus mujeres e hijos. Dolorido y
azotado por el viento del norte de un frío insoportable recordaba lo
que tantas veces su padre le había relatado;
El día que vio la luz era un día como ese, su padre trataba de
proteger a su madre del viento helado , el parto les sorprendió en busca
de un asentamiento menos frío donde pasar el crudo invierno de Alaska,
no pudiendo seguir el paso de la tribu se quedaron al cobijo de una roca
que sobresalía dejando ver un hueco donde guarecerse, su madre lloraba
amargamente porque sabia no sobreviviria su criatura en aquellas
terribles circunstancias, su padre trataba de darle el poco calor que su
cuerpo aún tenía a la vez que besaba a su mujer tratando de consolarla
de su dolor físico y emocional,...- nuestra madre luna no nos abandonará
mujer, ten fe y esperanza, a ella festejamos nuestros logros,
encomendamos nuestras vidas y nuestros espiritus - le decía a su
compañera; Después de una hora nació su hijo, el cielo cubierto por las
nubes plomizas invernales se despejó, la luna llena en todo su esplendor
alumbraba a aquella criatura y a sus padres, el viento ya no era frío
sino templado y suave, los padres se regocijaron de tan prodigiosa señal
de la madre luna y decidieron llamar a su hijo Caminante del Viento
Guerrero de la Luna.
Caminante del Viento sonrió por un momento casi olvidando su
frío y su dolor, y pensó que su madre luna ahora sí lo había abandonado,
casi a punto de desfallecer oyó el aullido de los lobos, estaba
anocheciendo y cerró los ojos esperando el fin.
Una loba blanca como la nieve se acercó a él sigilosamente
mientras estaba inconsciente, lamió sus heridas y se recostó a su lado
dándole el calor el calor de su esplendido y abundante pelaje, la loba
aullaba llamando a su manada, poco a poco se iban acercando rodeando el
maltrecho cuerpo de aquel joven guerrero, llegó la noche y la luna
contemplaba a su protegido impotente, el calor de la manada no iba a
curarle tan graves heridas, solo le mantendría con vida protegiéndolo
del viento helado.
No muy lejos de allí se habían instalado unos colonos que
buscando fortuna habían llegado hasta tan inhóspitas tierras, su casa de
madera los mantenia protegidos de las inclemencias del tiempo; en un
catre, descansaba una muchacha, no podía dormir, aquella noche los lobos
no dejaban de aullar y sentía miedo. Miró por la ventana y vio a la
luna que iluminaba el exterior casi como si fuera de día, se
tranquilizó extasiada por tan maravillosa estampa, salió de su trance
cuando vio llegar a un hermoso lobo blanco que se acercaba a su ventana,
aterrorizada se encogió en su lecho y se tapó la cabeza, no sabía si
avisar a su padre de la amenaza de allí fuera, oyó gemir al animal y
después de un buen rato se asomó timidamente, estaba tumbado frente a
ella mirándola, entre sus patas delanteras tenia algo que ella
reconoció.
No hacia mucho tiempo la muchacha se perdió en el bosque
buscando leña para el hogar, asustada vio que la noche caía, corría por
el bosque sin dirección, estaba perdida, de repente se topó con un
indígena que después de un día de caza regresaba a su tribu, la joven
gritó muy asustada. El joven guerrero la sujetó por el brazo hablándole
en un lenguaje que ella no conocía, su voz era cálida y ella cansada se
tranquilizó, la soltó y le hizo una señal para que le siguiera, ella se
apartó inmediatamente pero no queriendo quedarse sola en el bosque, le
seguía a prudente distancia, según caminaba pensaba que si algo malo
hubiese querido hacerla no la hubiera soltado, este hecho le inspiraba
algo de confianza. Mientras le seguía observaba a aquel hombre, a pesar
de estar cubierto por pieles se le veía joven, su tez era tostada y sus
ojos pardos tenían una mirada serena y segura, le dio un vuelco el
corazón cuando divisó su casa. el joven volvía a intenarse en el bosque y
ella agradecida pensó que no le podía dejar marchar sin más,-señor- le
llamó, ....-señor-...parecía no escucharla, corrió y se acercó a él
tocándole el brazo, él se volvió y la miró, no se había detenido a
contemplarla, vio su cara y sus ojos grises , pensó en que podía ser
hija de su madre luna, jamás había visto a una mujer de apariencia
nacarada....-es bonita- pensó,...-es como mi protectora, pero frágil-,
mientras él la observaba ensimismado en sus pensamientos ella sacó de su
bolsa un pañuelo ofreciéndoselo al joven, no tenía nada más que
regalarle por salvar su vida, pensó que un hombre como aquel pensaría
que era tonta regalándole algo tan inútil, pero él miró aquel trocito de
tela blanca ensimismado, con cuidado acercó su mano pensando en si se
romperia aquella cosa tan aparentemente frágil, era suave, muy suave,
jamás había visto ni tocado una prenda de seda y le pareció como si un
trocito de su madre luna hubiera caído del cielo, abrió los ojos
desconcertado, volvió a mirar a la muchacha pensando si en verdad
tendría que ver con su adorada luna, ella insistió en darle su pañuelo,
lo dejó en su ruda mano cerrándola sobre él para después correr hacia su
casa.
El lobo que estaba apostado en su ventana tenia entre sus manos
su pañuelo, el animal salió corriendo y dejó allí la prenda, en ese
momento pensó en que algo malo le había pasado al muchacho que la habia
salvado de una muerte segura, no sabiendo que hacer y después de un rato
llamó a su padre, contándole lo sucedido,.
Abrigándose salieron hacia donde se vislumbraba la figura del
lobo, a prudente distancia se quedaron y vieron como el animal volvió a
correr internándose en el bosque, así una y otra vez hasta que divisaron
a varios de ellos tumbados, el padre de la muchacha paró en seco al ver
la manada, pero los animales se dispersaron de inmediato dejando ver el
cuerpo inerte del joven guerrero que yacía inconsciente, casi muerto.
Cuando este abrió los ojos sintió una gran calidez, pensó que
era el viento del este quien le había elevado a los brazos de su madre
luna, pero oyó una dulce voz que decía....-padre..padre..¡ha
despertado!- y de inmediato llegó a su lecho aquella bella y extraña
mujer que le había puesto en su mano aquel trocito de luna
